Nadando a casa

Mi padre se pasó la vida intentando averiguar por qué la gente tenía un gallo en la ­garganta, ­mariposas en el estómago, hormigueos en los pies, una espina clavada en el corazón o la cabeza llena de pájaros, y si hubiesen escupido bolas de pelo desde luego que las habría estudiado también.

Todo el ruido que era su padre, todas las palabras, balbuceos y aseveraciones que habitaban en él habían desaparecido en el agua

Ella le había dicho que había olvidado lo que recordaba. Él quería cerrar, como la tienda de Mitchell y Laura en Euston

Lo importante no es la muerte en sí. Tomar la decisión de morir, eso es lo que cuenta

Ella sabía lo que hacía la lluvia. Ablandaba las cosas duras

bajo la luz plateada del atardecer, nevaban gaviotas en cada tejado de Niza

QUEMARON MIS PENSAMIENTOS PARA QUE SE MARCHARAN

No hay sensación más feroz ni más activa que su dolor. No dan nada a cambio, solo su depresión

padre parecía furioso.

–No soporto a la GENTE DEPRESIVA. Es como un trabajo para ellos. Es lo único a lo que se dedican en cuerpo y alma. Ay, qué bien, mi depresión está fenomenal hoy. Ay, qué bien, hoy tengo un nuevo síntoma misterioso y mañana tendré otro

Una piscina no era más que un agujero en la tierra. Una tumba repleta de agua