La pregunta decisiva que te formulé hace siete días queda contestada por tu silencio, que no parece ofrecer otra salida. Yo tampoco te escribiré a ti, no oirás ningún reproche más, no volverás a ser molestada. Sólo una cosa te ruego que guardes en la memoria y es que, dure lo que dure este silencio, yo, hoy como siempre, te perteneceré al más leve pero verdadero llamado.