Vozdevieja

Una exministra del Partido Perruno dijo que las perritas sin pedigrí

eran más tontas que las de marca. Blackie no tenía pedigrí, pero sabía una cosa:

que eso de generalizar y discriminar sí que era una auténtica tontería.

Cojo la pelota y hago ruido con el cascabel. Su honestidad me agrada. No es un regalo ostentoso, de hecho es una mierda de regalo, pero tiene bonitos colores y hablarme de su procedencia es una forma de confesar que por el camino venía pensando en mí, que le preocupaba caerme bien, que no le importa un carajo lo que yo piense. Levanto los ojos hacia él, sonrío y pronuncio mi veredicto:

—Sí, me gusta, está bien.

No hay suficientes pechugas de pollo en la provincia para calmar esta angustia, pero casi puedo sentir cómo una mano grande y tierna capaz de caligrafiar una letra llena de gracia y sentimiento, esa mano con la que llevo soñando desde la primera pregunta que hice, se posa sobre mi cabeza gacha.

tantas veces que desaparece enferma, tantos pequeños baches, que no sé si alegrarme de que todavía resista o preocuparme por si ya no resiste más.

Son tantas casas ya, tan

Son tantas casas ya, tan

De alguna forma funcionaba, porque quererme a mí era quererla a ella a través de un conducto. Antes de que yo naciera se detestaban. A medida que la enfermedad avanzaba y que crecía yo, sus armas quedaban aparcadas bajo capas y capas de tierra. La tensión aún se masca pero a mi alrededor reina un acuerdo de paz que rara vez se rompe. El fenómeno que supongo las une estrechamente.

me vengan con el cuento de que no saben lo que están haciendo. Son perfectamente conscientes, eso es justo lo que les divierte.

No quiero ser madre por si acaso encuentro a mis hijos jugando a reventar caracoles con diez años. Que

No quiero ser madre por si acaso encuentro a mis hijos jugando a reventar caracoles con diez años. Que