Después de la destrucción, ¿qué queda para volver a empezar?, se pregunta el escritor mexicano David Toscana en La ciudad que el diablo se llevó, una novela coral que hace de la imaginación un proceso de supervivencia en un país devastado por la Segunda Guerra Mundial, donde el futuro parece que no llega nunca.
Feliks, Kazimierz, Eugeniusz y Ludwick conviven con las heridas de una ciudad que no acaba de resucitar y recorren las ruinas de Varsovia como si recorrieran sus propias vidas despedazadas por la guerra: entre paseos que se adentran en los escombros, borracheras que miran al abismo, libros perdidos y reescritos interminablemente o cementerios donde germinan historias de vivos y muertos.
Junto a ellos, Olga, Marianka, las hermanas Kasia y Gosia, un barbero, un escritor y un grupo de presos comprenden que sobrevivir significa reconstruir partiendo de las ruinas y que el sentido de la existencia está en la belleza, donde sea que haya que buscarla.