Abiertamente hetero

Escribir es explorar. Se empieza de la nada y se aprende a medida que uno avanza.

—Se lo has dicho, ¿no?

—Sí.

—¿Es de los tuyos o de los míos?

—De los tuyos —dijo Toby fingiendo una gran tristeza.

—Bueno, ya lo siento, amigo. Algún día tu príncipe azul correrá hasta tus brazos y… Ya veo que tú estás pensando más en que «se correrá en tus brazos», pero yo no hago esa clase de chistes. Recurrir al sexo es la forma más baja de humor.

—No se te ocurrirá tirar a mi niño.

—Papá, tu niño soy yo.

—Ya, bueno, pero tú no grabas vídeos.

Puedes ser lo que tú quieras, pero si vas en contra de quien eres por dentro, la cosa no funciona.

—preguntó con tono de señor que tiene por delante un viaje de vuelta de 3482 kilómetros y al que ahora mismo le apetece bien poco meter polos en cajones.

Formaban una masa enorme, un concentrado gigantesco de testosterona.

¿Adónde había ido Rafe? ¿Dónde estaba yo?

—Yo me llamo Albie y este es Toby.

—En Boulder no tenemos nada parecido —dijo papá señalando el viejo edificio, que probablemente se construyó antes incluso de que Boulder fuera una ciudad.

—Y que lo digas —contesté, aunque las palabras casi se me atascaron en la garganta.

A ver, que sí, salí del armario. Primero con mis padres, cuando tenía catorce años, y después durante mi primer año en el instituto Rangeview. Al parecer era un centro abierto y tolerante, un lugar seguro.