El niño altanero sigue y seguirá bajando de los barrios ricos; sigue y seguirá reclamándonos nuestra falta de modernidad (como si no lo supiéramos, no nos hubiéramos esforzado). ¿Y la casa de nuestros sueños? ¿No fue suficiente soñarla en vez de construirla? Lo moderno imaginado dentro de un hueco, una cresta durante el mes amarillo, mes tenaz, mes de las cuerdas o de los vituperios o de las huidas por una brecha, la que elijas, la que se abra antes de que nos atrape el calendario.