Hijo de una familia judía que profesaba con naturalidad el amor por el marxismo-leninismo (los niños jugaban en casa a ser soldaditos soviéticos), y particularmente de un padre omnipotente que muere por accidente de manera temprana, Sigal refugia su pronta orfandad en aquella fe de ideas irreductibles, aunque comienza a experimentar en secreto las crueles dudas de la lucidez. Marguerite Yourcenar decía que el enemigo del fanatismo es el sentido común y que pocas veces este último logra ganar la batalla. El día que maté a mi padre es una parte de esa batalla incesante. Una puesta en escena de esa negación y también del coraje de vivir con los ojos bien abiertos. Reedición actualizada de un libro inolvidable, una obra sin ficción cuyo sentido de la verdad es hondo y estremecedor. Del prólogo de Jorge Fernández Díaz
«Con El día que maté a mi padre, Jorge Sigal no se propuso enseñar nada. Y, sin embargo, su novela es intensamente aleccionadora». Santiago Kovadloff.
«Quien decide abandonar la aldea suele considerarse un traidor por los que se sienten dueños de la verdad». Graciela Fernández Meijide.
«Un alegato contra el fanatismo. Un libro sobre la ilusión, pero sobre todo acerca del duro despertar de la razón». Alfredo Leuco.