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Douglas Rushkoff

La supervivencia de los más ricos

  • Karen Ortegaцитирует6 месяцев назад
    más sencillo es dejar de apoyar a sus empresas y el modo de vida que estas promueven. Podemos hacer menos, consumir menos y viajar menos, y, de paso, convertirnos en personas más felices y menos estresadas. Comprar productos locales, participar en redes de ayuda mutua y apoyar a empresas cooperativas. Utilizar las leyes antimonopolio para acabar con los mastodontes anticompetitivos, la regulación medioambiental para limitar el despilfarro y la actividad sindical para promover los derechos de los trabajadores precarios. Invertir las políticas fiscales para que quienes reciben plusvalías pasivas por su riqueza paguen tipos más altos que quienes trabajan activamente para obtener sus ingresos.
  • Karen Ortegaцитирует7 месяцев назад
    Hay suficiente comida, agua y energía para todos. Solo que no las hay para satisfacer los modelos económicos que dependen de un crecimiento exponencial infinito. Intentar producir tanto pondría fin a la civilización tal como la conocemos
  • Karen Ortegaцитирует7 месяцев назад
    Por ejemplo, usurpando el papel de los ayuntamientos en la planificación del transporte de masas, Uber encargó a ocho importantes estudios de arquitectura que elaboraran propuestas de diseño de skyports (literalmente, «cielopuertos»)
  • Karen Ortegaцитирует7 месяцев назад
    músico David Byrne reflexionaba acerca de lo que los recientes descubrimientos sobre el cerebro nos dicen de este viaje hacia la auténtica conectividad. Mientras que los millones de conexiones que el cerebro no utiliza se «podan» a medida que nos convertimos en adultos, es posible que luego se restablezcan, «solo que ahora, en lugar de estar en nuestra cabeza, se forman entre nosotros y otras personas. Lo que somos, afortunadamente, no está solo aquí, sino que se extiende más allá de nosotros mismos a través de conexiones entre todos nosotros».[223] El artista nos obliga a echar el freno el tiempo
  • Karen Ortegaцитирует7 месяцев назад
    Un gestor de fondos de cobertura con el que compartí estas ideas me dijo que, al menos en el caso de Estados Unidos, no hay otra opción que seguir creciendo: de lo contrario, China lo superará o empezará a reclamar el billón de dólares de deuda estadounidense que posee. Es posible. Pero en este momento, y a pesar del régimen autoritario que gobierna su país, los propios chinos están renunciando a la competitividad de la vida moderna. En respuesta a las duras condiciones de trabajo y a la desigualdad estructural, muchos jóvenes chinos se dedican al tang ping, a «tumbarse» en lugares públicos como una forma de ocio y a la vez de protesta. En lugar de esforzarse por conseguir un mayor salario y un mejor estatus social (según los estándares de las redes sociales del país), los jóvenes se limitan a tumbarse y hacer el mínimo esfuerzo para ser productivos. Como explica Xiang Biao, profesor de Antropología Social en Oxford: «Los jóvenes sienten una especie de presión que no pueden explicar y perciben que se han quebrantado las promesas. La gente es consciente de que la mejora material ya no es el objetivo primordial que da sentido a la vida»
  • Karen Ortegaцитирует7 месяцев назад
    menos de lo que hace ahora, seguiríamos teniendo alimentos y energía más que suficientes para todos. De hecho, tendríamos más. En su valorado artículo «Más allá del crecimiento», Gaya Herrington, analista de sostenibilidad del gigante contable KPMG, explicaba que «En medio de la desaceleración global y de los riesgos de disminución del potencial de crecimiento futuro derivados del cambio climático, el malestar social y la inestabilidad geopolítica, por nombrar solo algunos factores, los líderes responsables afrontan la posibilidad de que en el futuro el crecimiento sea limitado. Y solo un necio sigue persiguiendo una imposibilidad».[221] Herrington demuestra que, aunque no es posible aspirar a un crecimiento continuo sin u
  • Karen Ortegaцитирует7 месяцев назад
    En cierta medida, quienes pretenden crear un futuro basado en la Mentalidad son conscientes del daño que deben causar para mantener sus privilegios. Sus modelos de negocio dependen casi universalmente de la explotación tanto de los consumidores como de la mano de obra que trabaja para ellos. Al tiempo que estas empresas hacen adictos a nuestros chavales a las redes sociales y nuestros cultivos al glifosato, envían a cuevas a su mano de obra esclava para extraer tierras raras y a vertederos de residuos tóxicos en busca de «renovables».[61] Es inevitable que la gente a la que se explota de ese modo acabe por enfadarse, o incluso volverse peligrosa.
    De ahí que lo primero que preocupa a los preparacionistas ricos que fantasean con búnkeres apocalípticos es cómo mantener la lealtad de los mercenarios que han de protegerlos. Una rev
  • Karen Ortegaцитирует7 месяцев назад
    Curiosamente, aunque todo el mundo hiciera mucho menos de lo que hace ahora, seguiríamos teniendo alimentos y energía más que suficientes para todos. De hecho, tendríamos más. En su valorado artículo «Más allá del crecimiento», Gaya Herrington, analista de sostenibilidad del gigante contable KPMG, explicaba que «En medio de la desaceleración global y de los riesgos de disminución del potencial de crecimiento futuro derivados del cambio climático, el malestar social y la inestabilidad geopolítica, por nombrar solo algunos factores, los líderes responsables afrontan la posibilidad de que en el futuro el crecimiento sea limitado. Y solo un necio sigue persiguiendo una imposibilidad».[221] Herrington demuestra que, aunque no es posible aspirar a un crecimiento continuo sin un colapso climático de consecuencias catastrófica
  • Karen Ortegaцитирует8 месяцев назад
    Comprendí que debía desistir de intentar defender modelos de realidad alternativos con las reglas probatorias del cientificismo ortodoxo. Siglos de pensamiento filosófico —admití— han demostrado de múltiples maneras que el cientificismo, el rechazo a contemplar nada que no venga avalado por pruebas empíricas, es extremadamente limitado. Está muy bien para construir puentes y pilotar aviones. Pero la forma en que damos sentido a las cosas no se basa en evidencias: es un constructo social, un sistema socialmente forjado a lo largo de milenios. Y, aunque no nos ayude a construir aviones, puede ayudarnos a decidir si queremos tener otro avión en nuestro mundo y si lo usamos para viajar o para hacer la guerra. Solo una comunidad de personas que crean sentido juntas puede sustentar la objetividad en un auténtico propósito común. El sentido es el modo como los seres humanos desarrollamos un sentimiento más sólido de justicia, nuestra concepción del bien y del mal.[66
  • michiцитирует10 месяцев назад
    ese escapismo tan característico de Silicon Valley —al que yo llamo, para abreviar, la Mentalidad— anima a sus adeptos a creer que, de alguna manera, los ganadores pueden dejarnos atrás al resto de nosotros. Quizá ese haya sido siempre su objetivo. Puede que ese impulso fatalista de elevarse por encima de la humanidad y distanciarse de ella ya no sea tanto el resultado del capitalismo digital desbocado como su causa: una forma de tratarse unos a otros y tratar al mundo cuyo origen puede encontrarse en las tendencias sociopáticas de la ciencia empírica, el individualismo, la dominación sexual y quizá incluso el propio «progreso».
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