La periodista Rosa María Artal recorre una historia —salpicada de detalles, de análisis y de intensas emociones— para meternos en un torbellino que lo cambió todo y al que no ve un final inmediato.
Una historia llena de datos, cifras, estadísticas, balances, pero sobre todo una historia humana, plena de emociones, silencios y gritos. De planteamientos vitales. Han cambiado costumbres, prioridades. Hemos descubierto de cuantas cosas que parecían indispensables podíamos prescindir. Hasta concluir, la mayoría, que de lo único que no podíamos privarnos era de los abrazos, del afecto y la colaboración.
Es la historia del coronavirus, la de España en este año que ancla sus fundamentos en errores no subsanados, la de un mundo guiado por directrices insolidarias que acentúa su deriva, la de la gente en primer plano, la nuestra propia ante las incertidumbres y las certezas que nos sustentan.
No ha hecho mejores a los que no lo eran éticamente y, en la crisis, surgen nuevas amenazas aunque también esperanzas. Hay ya vacunas contra la Covid-19, urge encontrar las que refuercen los cimientos de la cordura. La salida se está escribiendo ahora.