El mundo globalizado, industrializado, civilizado está cada vez más mediado por la tecnología, que promete cercanía y comunicación a gente que está cada vez más sola y aislada. La humanidad se ha ido domesticando para adaptarse a las exigencias de la división del trabajo, las ciudades, los smartphones. Puede entenderse como una evolución pero ha tenido una consecuencia severa que ha calado hondo: la alienación de las personas. No es una novedad, lleva en marcha miles de años pero, incluso cuando se constata que vivimos en una realidad que no hace feliz a casi nadie, pocos se han atrevido a diagnosticar las raíces del problema y a asumir las consecuencias. Precisamente eso es lo que logra, de una forma tan contundente que resulta abrumadora, John Zerzan, uno de los principales pensadores de la crítica radical. Así, identifica claramente que el problema es la propia civilización y todo lo que implica: pensamiento simbólico, domesticación, jerarquías, desigualdad, destrucción de la naturaleza, ruptura de las relaciones… No se limita a desmontar todo lo que consideramos como dado, sino que analiza los valores y las formas de vida primitivos de tal forma que cualquiera reivindicaría la necesidad de recuperarlos. Gracias a su capacidad analítica y a un documentado conocimiento antropológico, Zerzan encuentra los antecedentes de una sociedad libre, de una humanidad que tenía como pilares la libertad, la naturaleza o la vida comunitaria. No es de extrañar que haya que remontarse a una época prehistórica, de ahí que su pensamiento sea considerado como el referente del anarquismo primitivista.