Los padres, los promotores de lectura, los profesionales de la primera infancia y los sistemas de educación preescolar deben imaginar y crear mecanismos que permitan a los niños y a las niñas descubrir e interiorizar múltiples posibilidades de utilización de la lengua. Es fundamental insistir de nuevo en que, además del lenguaje de la vida cotidiana, hay que darles, lo más pronto posible, acceso a la lengua del relato mediante canciones de cuna, nanas, estribillos y todas las formas de la literatura oral y escrita. La narrativa en sus diversas formas es el único instrumento que permite a los humanos descubrir las estructuras específicas de la lengua y la complejidad de su funcionamiento.