También le pareció insoportable mezclarlos unos con otros, como si fueran desechos inútiles, como si fuera igual el pelo castaño claro de Santiago Ordorica, que había escapado de ser fusilado en las afueras de Girona y que había cruzado la frontera con Francia caminando, y había estado seis meses en un campo de concentración para finalmente subirse a un barco que lo cambió de continente