En los Estados Unidos, por ejemplo, la gestión científica del trabajo, el taylorismo, no sólo permitió producir más en la misma cantidad de tiempo sino que debilitó la capacidad negociadora de los sindicatos y posibilitó el uso de una fuerza laboral no calificada y no sindicalizada. Otra respuesta a la crisis fue ocupar territorios extraeuropeos en busca de mercados, materias primas y fuentes de inversión; en otras palabras, el imperialismo.