Se encontraba en la plenitud de su desarrollo masculino, pues su intelecto y sus emociones se hallaban claramente diferenciadas: había pasado la edad en la que la influencia de la juventud mezcla indiscriminadamente ambas cosas, produciendo un carácter impulsivo, pero aún no había alcanzado esa otra en la que vuelven a conciliarse para producir un carácter aprensivo, por la influencia de la esposa y la familia. En resumidas cuentas, tenía veintiocho años y estaba soltero