Cada lápida muestra a un prisionero masculino, desnudo, con los ojos cerrados, la boca inusualmente abierta, a veces con volutas de sangre para señalar la mutilación genital y a veces con una abertura en el pecho, donde se habría extraído el corazón (figura III.1). La mayoría de los prisioneros aparece en posturas desgarbadas, grotescas e indigna