Antonio Colinas

Y ahora dime: qué narcótico es el olvido.

Y ahora dime: cómo se nombra el firmamento.

Y ahora dime: qué significa nuestro cuerpo.

Y ahora dime: si el futuro no es lo que era...

«El compromiso del escritor con su soledad».

Hay, sí, razones del corazón, hay un orden del corazón que la razón no conoce todavía», nos ha recordado, en una bella paráfrasis, María Zambrano

De entrada, yo hablaría de tres sentidos primordiales a la hora de ser fiel a este criterio de globalidad: un sentido poético de la existencia, un sentido científico de la existencia, un sentido sagrado de la existencia.

Dice Einstein en su ensayo Mi visión del mundo: «La experiencia más hermosa que tenemos a nuestro alcance es el misterio. Es la emoción fundamental, la cuna del verdadero arte y de la verdadera ciencia».

Pound: «Nunca digas en un mal poema lo que puedes decir en un artículo excelente».

En el jardín)
Junio: eres el jilguero

muerto

que hoy he encontrado

entre la hierba tierna del jardín.

En el oro de tus alas

se detenía la felicidad

de un día perfecto.

En tu silencio,

yo oía un canto nuevo.

La muerte del jilguero

era entre la hierba,

tras la cerca del muro de piedras,

una música

que vivir y pensar nos hacía

en la negrura de lo sublime.

Mas sobre todo entraré para perderme

en ese firmamento de los signos,

en el misterio y en lo inescrutable

de las cosas humildes:

una rama, unas hojas, un cristico,

unas cruces de palo:

los restos de un naufragio,

convertidos en trama de verdor,

en jardines de fuentes.

Callo para que sea mi silencio

el que arrope tu voz y tu voz sea

la que espante en mí cualquier desdicha.

Un silencio que fluye

hacia ti y hacia mí

solamente en palabras invisibles

que nos salvan.

Queda el estupor de aquellos que la vieron,

queda el fulgor de haber visto fluir

lo que, siendo imposible, fue real:

ese extraño misterio

de no volver a ver

brotar, de entre la multitud,

un enigma.