Cuando volvió a los dos meses de haberla tenido y amamantado, él tenía ya otra pareja. No le contó a su hija ni eso ni que él no preguntó por su estado, ni que no quiso saber detalles, ni que le dijeron que no podía culparlo por actuar de esa manera: había recibido un castigo muy fuerte a causa de ellas. Con suerte, había mantenido su lugar en el grupo.