En las cercanías del marmóreo templo consagrado a Venus surge el raudal de la fuente Appia, con dulcísimo murmullo, y allí mil veces se dejó prender el jurisconsulto en las amorosas redes, y no pudo evitar los peligros de que defendía a los demás; allí, con frecuencia, el orador elocuente pierde el don de la palabra; las nuevas impresiones le fuerzan a defender su propia causa; y Venus, desde el templo vecino, se ríe del desdichado que, siendo patrono poco ha, desea convertirse en cliente; pero donde has de tender tus lazos sobre todo es en el teatro, lugar muy favorable a la consecución de tus deseos.