Marguerite Duras

El alcohol suplió la función que no tuvo Dios,

Soy esta, una vez por todas y por siempre

Estoy atada a este talle que no puedo ceñir. Siempre ignoré mi boca y el sonido de mi risa. Quisiera, sin embargo, poder besar a la que soy y amarla.

Me disgustaba conmigo por esperarlo cada noche, por emplear en la espera toda mi cabeza, todo mi tiempo. Creía estar viviendo los momentos más vergonzosos de mi existencia. Pero a la vez, no podía actuar distintamente.

el amor puede llegar también de este modo, escuchando decir de alguien desconocido cómo eran sus ojos.

Ella dice que es lo contrario, que no puede olvidar. Que como nada sucede entre ellos, permanece infernal el recuerdo de lo que no sucede.

El gesto de matar, de abandonar para siempre, de irse para siempre, en caso de que se produjera, lo haría ella. Al mirarla dormir, de pronto, él lo sabe: es un ser que no vuelve porque es alguien que cree lo que le dicen.

Permanecen mucho rato lejos el uno del otro, intentando recuperar lo que ha sucedido cuando se han mirado, este pavor del que aún no tienen conocimiento.

a dificultad en que uno se halla de no poder expresar esta dificultad debido a la desproporción de las palabras, de su delgadez, ante la enormidad del dolor.

Para Yann.

Nunca sabemos de antemano

lo que escribimos.