Febrero recibe en realidad su nombre del latín Februarius, que significa «purificar». Y afrontar con ese espíritu este momento del año nos da la oportunidad de revisar cómo podríamos necesitar esa purificación en nuestra vida y nuestras prácticas. En el jardín, podemos despejar los cobertizos, limpiar las herramientas, revisar las macetas viejas, deshacernos de los paquetes viejos de semillas, hacer una buena limpieza de los invernaderos y demás estructuras para proteger las plantas en invierno, o reunir todos los objetos de nuestra casa de los que nos gustaría librarnos, y a continuación encender una pequeña hoguera para quemarlo todo.