Claire Thompson

Empezamos a percibir una sensación de respeto y afecto por toda la naturaleza y a comprender que somos parte integral de algo que es mucho más grande que nosotros mismos: la red de la vida.

atrapados en las urgencias de obtener placer e intentar alejar de nosotros el dolor. ¿Y si parásemos un momento y nos abriésemos a la vida tal y como se presenta ahora mismo, delante de nosotros?

No intentes eliminarlas ni aferrarte a ellas. Puede que las sientas como placenteras, dolorosas o neutras, pero todas son normales. Acéptalas sin juzgarlas e investígalas con curiosidad genuina. Nuestras emociones nos traen a la vida

Nuestra tendencia es buscar estrategias para deshacernos de esos pensamientos y emociones de la forma más fácil y rápida posible. Intentamos eliminarlos de golpe y sustituirlos por sensaciones instantáneas de placer. Y ¿por qué no? Nadie quiere sentir dolor. Intentar evitarlo es una reacción perfectamente natural. El problema es que pronto nos damos cuenta de que intentar deshacerse de emociones negativas muchas veces aumenta el sufrimiento

Aprender a aceptar las cosas que no podemos cambiar en la vida, como el dolor emocional, el sufrimiento, la pérdida y los acontecimientos externos que menoscaban nuestros objetivos, es clave para dar paso hacia una mayor satisfacción en nuestra vida. Tener el coraje de tomar medidas para cambiar las cosas que podemos alterar es también esencial si queremos crear una vida más feliz para nosotros y para los demás.

Mis pensamientos dejaron de buscar respuestas. Este temblor pasajero e indescifrable que me recorría por dentro era innegablemente real

Cuando la naturaleza fluye a través de nosotros también nos está cambiando constantemente.

Nuestra vida, por tanto, es tan compleja y diversa que nos hemos separado de nuestra experiencia directa para convertirnos en esclavos de nuestra mente

Las vistas de la naturaleza tienen el efecto de reducir el estrés de la gente en el trabajo, en la cárcel, en los hospitales e incluso al conducir. Se ha demostrado también que pasar tiempo en el exterior reduce la actividad del sistema nervioso y los niveles de cortisol, la hormona del estrés, en nuestro organismo. Una mente quieta, consciente y menos distraída supone mayor capacidad para estar presentes y concentrados en nuestras actividades cotidianas.

El mundo natural, en cambio, avivaba su cuerpo y sus sentidos y le permitía pensar con libertad y creatividad.