Georges Perec

Yo he escrito también una autobiografía que se titula W o el recuerdo de la infancia y todo ese trabajo autobiográfico se organiza en torno a un solo recuerdo que, para mí, estaba profundamente oculto, profundamente escondido y, de alguna manera, negado.

De hecho, lo que yo pretendo alcanzar en mi trabajo es la manera en que me es dada de nuevo la infancia.

Cuentos de Canterbury de Chaucer, y, por su ruptura con la tradición, tan estimulante como el Ulises de Joyce— fue galardonada como la mejor novela de la década 1975-1985 en la encuesta realizada por Le Monde.

La amistad, la historia y la literatura me han proporcionado algunos de los personajes de este libro. Cualquier parecido con individuos vivos o que hayan existido realmente o en la ficción es mera coincidencia.

La mirada sigue los caminos que se le han reservado en la obra.»

PAUL KLEE, Pädagogisches Skizzenbuch

De todo ello se deduce lo que, sin duda, constituye la verdad última del puzzle: a pesar de las apariencias, no se trata de un juego solitario: cada gesto que hace el jugador de puzzle ha sido hecho antes por el creador del mismo; cada pieza que coge y vuelve a coger, que examina, que acaricia, cada combinación que prueba y vuelve a probar de nuevo, cada tanteo, cada intuición, cada esperanza, cada desilusión han sido decididos, calculados, estudiados por el otro

Me acuerdo de que Voltaire es el anagrama de Arouet L(e) J(eune) al escribir la V en lugar de la U y la I en lugar de la J.

Me acuerdo de Los tres chiflados, y de Bud Abbott y de Lou Costello; y de Bob Hope, Dorothy Lamour y Bing Crosby; y de Red Skelton.

Me acuerdo de un inglés manco que le ganaba al ping-pong a todo el mundo en Château d´Oex.

Me acuerdo de que Reda Caire presentó su espectáculo en el cine de la porte de Saint-Cloud.
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