Permitirnos sentir lo que sentimos, sin juzgarlo ni juzgarnos negativamente, contribuye a menudo a rebajar la tensión emocional y a apaciguar los sentimientos, y desgasta menos que esforzarnos para no sentirlo. Además, sentir tristeza, dolor, rabia, miedo o cualquier otra emoción desagradable es perfectamente compatible con mantener una actitud de fondo positiva en la vida. En realidad, a menudo experimentamos sentimientos múltiples y contrapuestos hacia una misma persona o situación.