favorece el desarrollo y potencial humano reafirmándolo. Este amor nace de un sentimiento de apreciación de sí mismo y del otro en una forma equitativa para ambos. Es una fuente de alegría, apoyo, compañía, intercambio, deseo, admiración y desarrollo personal. Es un sentimiento basado en el reconocimiento de las debilidades y fortalezas de sus integrantes, por lo tanto, fundado en la interacción de dos seres perfectibles, con errores, pero también con virtudes donde las premisas que lo sostienen son, además del amor: el respeto, la comunicación efectiva, la asertividad, la negociación de conflictos, la autoestima de cada integrante, así como los límites necesarios en cada relación (Riso, 2008).