ucas abrió los ojos y me encontré con una mirada frágil que me contaba sin palabras que nacer era tan difícil como morir. Tomé su mano y dejó de preocuparme no ver a mi mamá, porque podía sentirla cerca. Y entendí que esa fragilidad ante la que estaba era la felicidad y la muerte, que son una y la misma cosa.