Hay quien sostiene que ese dolor tan particular es la única manera que encuentra el cuerpo de llegar directamente al paleocórtex, el cerebro primitivo. A ese primer cerebro le hemos ido sumando capas y capas de raciocinio hasta formar el neocórtex, nuestro cerebro moderno; y si implicamos al neocórtex, parir se convierte en misión imposible