para Lao Tse, cuanto más vacíos estemos, mejor: si ya nos despertamos con muchos deseos, ropa que nos queremos poner, personas que queremos ver…, en fin, si luego pasa algo, ni siquiera nos daremos cuenta. Pero si nos despertamos vacíos, nos damos cuenta de todo. De los detalles, de las cosas pequeñas. Estar vacíos no significa que nos falte algo, sino que estamos abiertos, como una ventana. Abiertos a la luz, a la oscuridad y al aire, que tienen que entrar, salir y girar.