mis veintitrés años había compartido el lecho con... ¿Cuántas mujeres? No logré definir el número. Cualquiera pudo haberme contaminado. Pero, ¿de qué?
Insomne, traté de concentrarme en el recuerdo de cuanto había vivido esa noche, buscando algún indicio de enfermedad en el cuerpo de Joana. Me eché en la cama y cerré los ojos para revivir cuidadosa, casi morbosamente, los detalles de esa experiencia inusual.
Después del magreo en el que ella quitó mi ropa superior y yo quité la de ella, subimos la escalera sin decir palabra.
La habitación estaba alfombrada de color durazno. Nos descalzamos para estar más cómodos.
Joana se soltó de mi brazo y anduvo de un lado a otro como una niña admirando los lujos del lugar. Apenas dio los primeros pasos se deshizo por completo del vestido, dejándolo en el suelo.