Durante años, traté de ponerme en tu lugar: me imaginaba que llevaba meses encerrada en una pecera, que estaba abatida, enferma, que algo, con insistencia, me apretaba o me dolía. Me imaginaba cómo sería —¿cómo?— si nada me importara. Cuando algo se arruinaba en mi vida pensaba que así era como te debías sentir, pero después entendí que era un engaño, porque la mía solía ser una forma liviana de la tristeza o de la nostalgia