Alice Oseman

Porque todo el mundo sabe que el primer amor nunca es para siempre

No psicoanalizan a los creadores de las películas de terror cuando es casi seguro que son unos psicópatas

Nadie es honesto, nadie es genuino. No puedes confiar en nadie ni en nada. Las emociones son la enfermedad terminal de la humanidad. Y todos nos estamos muriendo.

–Okey, está bien, te quiero más que a mis perros.
–Bien.
–De hecho, te amo más que a nadie.

“Salgo con Nick Nelson desde hace dos años. Le gusta el rugby, la Fórmula 1, los animales (en especial los perros), el universo de Marvel, el sonido de los bolígrafos sobre el papel y el de la lluvia. También le gusto yo”.

“–Sí, absolutamente indiferentes –dijo Elizabeth entre risas–. Oh, Jane, ¡ten cuidado!

–Mi querida Lizzy, ¿acaso me crees tan débil como para considerar que me encuentro en peligro?

–Creo que estás en un terrible peligro: en el de convertirlo en un hombre que te ame tanto como siempre”.

Orgullo y prejuicio, Jane Austen

—Cuando me caiga y me muera, voy a regresar a espantarte.

Se encoge de hombros.

—No sería tan malo

Una pausa, el sonido del fuego, el olor del humo. Me mira como si le hubiera disparado.

Y entonces nos besamos

Me sentí como si estuviera de duelo. De duelo por esa vida falsa, por ese futuro de fantasía que ya nunca iba a vivir.

No tenía ni idea de cómo sería mi vida a partir de ahora. Y eso me asustaba. Dios, cómo me asustaba.

Eso era algo que los adultos decían constantemente. «Ya cambiarás de opinión cuando seas mayor. Nunca se sabe lo que puede suceder. Algún día lo verás de forma diferente». Como si los adolescentes supiéramos tan poco de nosotros mismos que un día pudiéramos despertarnos siendo una persona totalmente diferente. Como si la persona que somos ahora mismo no importara en absoluto.