No habría podido decir por qué lloraba. Experiencias como la anterior eran frecuentes en su vida de casada, y hasta entonces nunca le habían parecido tan pesadas, comparadas con las numerosas muestras de amabilidad de su marido y el afecto constante que había acabado por ser tácito y sobreentendido.
Una opresión indefinible, que parecía originarse en algún lugar desconocido de su conciencia, la colmaba de una vaga angustia.