Ni bien termino de llegar al trabajo, una pila de papeles aterriza sobre mi escritorio. Escucho el golpe seco antes de ver la pila. Me estiro y encuentro la sonrisa del hombre que la acaba de dejar allí.
—Perdón, preciosa —dice y se encoge de hombros.
Sonríe nuevamente con la boca cerrada. Aunque, dos pequeños hoyuelos aparecen sobre sus mejillas esta vez. Una barba incipiente oscura cubre su piel y me pregunto si es el tipo de hombre que siempre tiene barba, incluso e