Todo ello representa una huida de la conversación, al menos de las conversaciones espontáneas y sin un objetivo establecido, aquellas en las que jugamos con las ideas, en las que nos permitimos estar plenamente presentes y ser vulnerables. Sin embargo, estas son precisamente las conversaciones en las que florecen la empatía y la intimidad y en las que la acción social gana fuerza. Estas son precisamente las conversaciones en las que se impulsa esa colaboración creativa que es imprescindible tanto en la educación como en los negocios.