Las mujeres, según Kristeva (1993), experimentamos el tiempo de tres maneras diferentes: la primera, el tiempo del ciclo reproductivo, que se inicia con la pubertad y termina con la menopausia, un tiempo que se repite de manera regular desde la ovulación a la menstruación. Una segunda manera, vinculada principalmente a la experiencia de la maternidad, es el tiempo vivido con un carácter de eternidad que nos conecta a la supervivencia de la especie humana. Finalmente se experimenta el tiempo cronológico, que tiene un carácter más bien lineal. En Varela hay una descripción que evoca la condición de las mujeres en la que se representan las distintas vivencias del tiempo de manera simultánea.