Y entonces volvería a perderse, apagándose como las sombras de las nubes en las montañas, como rostros extraviados en un sueño, surgiendo como el vasto y borroso rumor de la feria* encantada y distante, y volviendo y yéndose de nuevo y volviendo, recobrado y perdido, poseído y retenido y nunca capturado, como las voces perdidas hace mucho en la montaña, como los ojos oscuros y el rostro sereno, ese oscuro niño perdido, mi hermano, quien, como las sombras o como la ausencia dentro de la casa, vendría, se iría y regresaría de nuevo.