Si Constantino los había dispensado de la contribución artesanal, Constancio les perdonó la territorial y la tasa por uso del correo. En el año 355, dispuso que los obispos no pudieran ser juzgados por los tribunales comunes, «para evitar falsos testimonios promovidos por los espíritus fanáticos». Y no sólo los dispensó de los servicios comunes, sino que ellos «y sus mujeres e hijos así como sus sirvientes de ambos sexos serán exentos a perpetuidad de toda clase de impuestos y prestaciones por cuenta del Estado». Sin embargo, y esto es típico de toda la historia eclesiástica, tales concesiones sólo sirvieron para que el clero reclamase todavía más privilegios.