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Jordi Soler

  • Grecia T.цитирует13 дней назад
    Hemos dejado de observar lo que pasa a nuestro alrededor; solo tenemos ojos para la realidad filtrada, sesgada, acomodaticia que discurre sin interrupción, como la vida misma, en la pantalla. El cuervo, las nubes, el ojo de agua, que tanto significan para el navajo, solo tienen sentido para el ciudadano occidental si aparecen en la pantalla; la realidad ya no es lo que hay afuera, sino lo que se reconcentra en el iPhone: así se interpreta y se controla con más facilidad.
  • Grecia T.цитирует13 дней назад
    los habitantes de la sociedad industrializada de nuestro siglo, criaturas desvalidas que buscan su lugar en el entramado cósmico, nos vendría muy bien adoptar un espacio sagrado, que no sea desde luego ni un templo ni ninguna de las instituciones de la espiritualidad New Age, que son el placebo que matiza el vacío que hay detrás de la pantalla.
  • Grecia T.цитирует12 дней назад
    «El centro del mundo está en todas partes», escribió el poeta John G. Neihardt, en su libro Alce Negro
  • Grecia T.цитирует12 дней назад
    También Carlos Castaneda nos cuenta, en el primer tomo de su deslumbrante aventura, su experiencia con el concepto; el brujo yaqui Juan Matus, antes de empezar a instruirlo, lo invita a que encuentre su lugar, su espacio sagrado dentro de una humilde casucha de tablas.
  • Grecia T.цитирует5 дней назад
    Los caballeros medievales dedicaban mucho tiempo de reflexión a las tecnologías del yo. Estaban permanentemente reconstruyéndose, y este proceso tenía lugar dentro del bosque, durante un desplazamiento largo a caballo o en una estancia dilatada entre los árboles que bien podía extenderse a meses o años de productivo ensimismamiento.
  • Grecia T.цитирует4 дня назад
    somos la oposición y lo único que nos sujeta a ese gigantesco sistema que gira sin parar desde el principio de los tiempos, y que seguirá girando por toda la eternidad, es el deseo sexual, la urgencia reproductiva que en su fundamento va unida a los ciclos del macrocosmos, aun cuando sea de la imaginación, de la anticipación y del recuerdo, de donde proviene el fuego. También la circulación de la sangre nos ata al sistema, la sangre que da vueltas sin parar dentro de nosotros siguiendo la partitura de los planetas y las estrellas. Somos la oposición, pero, cuando dormimos, y dejamos de ejercitar nuestra libertad, nos integramos a la maquinaria del cosmos y volvemos a ser, como cada noche, un cuerpo celeste.
  • Grecia T.цитирует3 дня назад
    La música se instala dentro del niño como el canon para apreciar las obras de arte. Platón dice que se instala en el alma, pero quizá hoy sea más aséptico decir que se arraiga en todos los átomos del cuerpo; basta ver el efecto que produce el arte en la piel, en los ojos, en la boca del estómago, en el corazón.
  • Grecia T.цитирует3 дня назад
    única forma que tenemos de explorar cómodamente ese lado oscuro, de abandonar sin temor las fronteras del mundo luminoso, es a través de la música, que proviene de ahí, de la oscuridad, y hasta la oscuridad nos lleva cuando la escuchamos, porque no puede existir en el mundo luminoso. La música es un canal, un pasadizo, una escalera, un navío que nos lleva, llenos de gozo y sin ningún temor, a ese mundo sin luz que de otra forma nos aterrorizaría.
  • Grecia T.цитирует3 дня назад
    hombre, sin la mujer, vive fuera de este engranaje, en ese desierto que se anula durante el abrazo carnal que el poeta Lihn anota así: «fundirnos en una sola pulpa».
    La idea del hombre que se funde en el cuerpo de la mujer es un camino de ida y vuelta porque, en el origen, el hombre ya estaba fundido en una sola pulpa con su madre; viene de ahí.
  • Grecia T.цитирует3 дня назад
    El Rosarium Philosophorum nos cuenta la historia de Beya y Gabricus, que, al margen de sus diversas interpretaciones, tiene un nervio argumental inapelable: Beya monta a Gabricus y a lo largo del coito lo va absorbiendo, él se va metiendo poco a poco por el sexo de ella, primero el órgano y el resto del cuerpo detrás; Beya lo absorbe todo y dentro él empieza a descomponerse en fragmentos, en partículas, en átomos, hasta que ella logra integrarlo a su propio cuerpo. La historia tiene muchas interpretaciones y un dato duro que no deberíamos perder de vista: es Beya, y no Gabricus, quien mueve al mundo.
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