Estoy tan ebrio y drogado que no sé si Iván está pensando que yo soy el culpable del suicidio de Robin y que él piensa que yo sé lo que está pensando y disfruta con ello; aunque a pesar de tanta porquería en nuestros sesos telepáticos no es lo suficiente para tumbarnos por completo, seguimos despiertos, vivaces, inquietos, tristes.