«Es algo que me obsesiona. El hecho de que no podamos decidir nuestro destino. De que no podamos hacer otra cosa que aquello que estamos, de alguna forma, programados para hacer. He ahí el tema central de todo lo que hago. Explorar una y otra vez nuestra condición animal. Y de qué forma nada nunca va a parecerse a aquello que esperamos porque el hecho mismo de esperarlo, sin que llegue a cumplirse, forma parte de la clase de animal que somos».
Ahora entiendo. En el fondo se podría decir que somos tan libres como un pájaro. O más bien, es una libertad que podríamos tener.