Salvador Cobo Marcos

Estudiar quiere decir apasionarse: en latín, studium es un empeño lleno de entusiasmo, es algo intensamente personal y subjetivo. Y la pasión requiere cierta libertad que la escuela no contempla.

De modo que resulta mucho mejor entrevistar a tus abuelos (en Italia su número crece sin cesar), observar muebles y fotografías viejas, visitar edificios abandonados, analizar los periódicos del mes o del año anterior, que fingir apasionarse en frío con Lutero o con Cavour.

No hay cultura sin placer mental, no hay estudio sin pasión. De lo contrario, en la escuela la gente enferma.

Pergolesi y de Rossini, el estudio de una decena de cuadros y de edificios renacentistas y barrocos de la zona?

No hay cultura sin placer mental, no hay estudio sin pasión. De lo contrario, en la escuela la gente enferma.

Son muy pocos los adultos que guardan un buen recuerdo de la escuela. Casi todas las cosas que sabemos de verdad, tenemos la impresión de haberlas aprendido después, fuera del colegio, por curiosidad personal o por necesidad práctica (las dos verdaderas razones para aprender).

La transformación de la forma libro, de los soportes materiales y técnicos de la cultura del libro, el declive de las editoriales como forma y como género literario, de las editoriales que Calasso adora, nos hace entrar

De esta manera, la enseñanza del latín y del griego (por no hablar de la literatura italiana antigua) se convierte en una estafa. ¿Cómo se puede pensar que adolescentes que no saben prácticamente nada de cultura griega y latina, que solo han leído alguna novela contemporánea y que a duras penas hojean los periódicos, poseen un dominio del italiano tal como para traducir un fragmento de Tácito o de Demóstenes?

En definitiva, dado que nos encontramos en el país de las bellas artes y del melodrama, ¿por qué no fundar la cultura humanística sobre la música y las artes visuales en lugar de sobre la literatura?

Precisamente quizá a partir de su trabajo como editor —un editor que quiere dejar su huella en todos los libros que publica— se entienda mejor la pasión de Calasso por las culturas premodernas y orientales