El poema «Murallas», de Constantino Cavafis, evoca para mí la huida silenciosa por la que escapamos de la vida consciente. Desde la neurociencia, esa huida se encarna en la formación de redes neuronales que se activan por defecto, sin preguntarnos, sin dar pistas de su construcción y que una vez consolidadas nos apartan de la experiencia. El poema dice así:
Sin consideración, sin piedad, sin recato
grandes y altas murallas en torno mío construyeron.
Y ahora estoy aquí y me desespero.
Otra cosa no pienso: mi espíritu devora este destino;
porque afuera muchas cosas tenía yo que hacer.
Ah cuando los muros construían cómo no estuve
atento.
Pero nunca escuché ruido ni rumor de constructores.
Imperceptiblemente fuera del mundo me encerraron.