pedí que se pusiera bocabajo y le di mordiscos en la nuca, en la unión del cuello con la espalda, en las costillas, en las nalgas, mientras mis manos recorrían otras partes de su cuerpo, sin orden, hasta donde llegaban, combinando las yemas de los dedos con deslizamientos más profundos con las palmas, rodeando ampliamente la zona genital,