Víctor Gallego Ballestero

terceras personas quienes mueven los hilos y los condenan al sufrimiento, la soledad y la amargura.

El universo de una esposa, según Tolstói, debería limitarse a la cama, la cocina y la cuna».

Katavásov, naturalista de profesión, se interesa por la vida de las jibias y no quiere que ninguna mujer interfiera en su pasión. «La jibia no le impedirá amar a su mujer», le dice Levin, a lo que Katavásov responde: «La jibia no me impedirá amar a mi mujer, pero mi mujer sí a la jibia».

odas las familias felices se parecen; las desdichadas lo son cada una a su modo.

or qué no apagar la vela cuando ya no hay nada que ver, cuando a uno le repugna todo lo que ve?».

e comprobado que un relato impresiona mucho más cuando no se sabe de qué parte está el autor»

No, ni me perdonará ni puede perdonarme! Y lo más terrible es que tengo la culpa de todo y sin embargo no soy culpable. En eso consiste mi tragedia pensaba. ¡Ay, ay, ay!», repetía desesperado, recordando las impresiones más penosas de aquella escena.

No había ninguna respuesta, más allá de la que la vida da a las cuestiones más complicadas e irresolubles: vivir al día, o, dicho de otro modo, entregarse al

partido liberal aseguraba o, mejor dicho, daba a entender, que la religión no tenía otro fin que servir de

«Se puede amar a quienes nos odian, pero no a quienes odiamos».