Usé el santo sepulcro que era mi cuerpo como un establo musulmán: alcohol y drogas, internet, popcorn frente a la tele. Soy el fantasma de un soldado que recolecta flores en su cabello mientras los señores de la guerra de(con)struyen al mundo en consolitas Wii y conferencias vía satélite. Soy el francotirador de mis sueños