La cuestión de la elección siempre ha preocupado, ante todo, a los sectores sociales medios de los países desarrollados. Pero esto se ha extendido a los países pobres, donde buena parte de la población padece las contradicciones inherentes a la ideología de la elección. Supuestamente libres, ahora, para hacer lo que quieran con sus vidas, esas personas sufren en realidad todo tipo de restricciones. Se las trata como si quedara en ellas la posibilidad de transformar sus vidas en obras de arte, moldeando a gusto todos esos elementos que tendrían a mano. Se las insta a actuar como si vivieran en un mundo ideal en el que, por lo demás, cada elección puede ser revertida más adelante, cuando la realidad es que la coyuntura económica de esas personas impide el despliegue de la libertad para elegir, al tiempo que las obliga a advertir que cualquier decisión errada podrá tener consecuencias desastrosas