La misma ideología que promueve tan ferozmente la elección requiere a la vez, de forma paradójica, cierta forma de negación, que para el psicoanálisis es un mecanismo esencial con que los individuos cuentan para manejar sus conflictos internos. Entre los consumidores, un primer nivel de negación se vincula con la idea de que no hay límites para el consumo y que está al alcance de todos, mientras que un segundo nivel incorpora la necesidad de negar la cantidad de consumo efectivamente realizado y percibirlo como algo que aún no se llevó a cabo, lo que crea la ilusión de que lo consumido no habrá de acarrear consecuencias indeseadas (que no generará, por ejemplo, una deuda a pagar)