Y aun cuando parezca que elegir es una cuestión personal, el modo en que elegimos está inherentemente vinculado con el modo en que forjamos relaciones unos con otros, así como con la manera en que suponemos que los otros nos ven. No es tanto, pues, que la gente pergeñe formas de restringirse según su voluntad, sino más bien que nuestras elecciones están regidas por valores sociales que percibimos como fundantes de una buena elección. Esto explica por qué, paradójicamente, el nuevo individuo self-made suele presentarse bastante modelado por los patrones de la cultura de las celebridades: por un lado, se planta como individuo totalmente libre para crearse una identidad, mientras que, por el otro, sigue un modelo popular y arbitrario respecto de quién o cómo ser, que muchas veces se deriva de la vida de una persona famosa o mediática.