Este cambio de calendario es importante en más de un sentido. Marca el momento en el que Roma trueca definitivamente su arcaico calendario semi-lunar por un calendario solar mucho más preciso, indispensable a toda civilización que quiere progresar. Y, dado que está basado en una realidad objetiva, la del curso del Sol, el nacimiento del calendario juliano marca también el momento en el que los religiosos pierden el control sobre su estructura, abandonando al pasar una parte de su poder de manipulación del tiempo