fuerza reside en la virginidad de su corazón, combinada con la sólida educación de su juventud, que la llevó a cruzar más de un patio de universidad hacia los dormitorios masculinos y, de ahí, a numerosas camas. Una mujer de fortuna mayor que la de la mayoría, según ella ha sostenido siempre, tiene grandes probabilidades de mantener virgen el corazón. Los amantes que tuvo en el pasado fueron los más eruditos que encontró a mano. Por poco agraciados que fueran, eran invariablemente los profesores, los estudiosos dedicados, quienes la atraían. Y a partir de entonces siempre se consideró cultivada ella misma, merced a una especie de ósmosis.