Nos gustaría que este libro llegara de manera especial a los espacios públicos, escuelas y bibliotecas, para alentar patios y jardines poblados por árboles grandes y frondosos. Para alimentar aulas verdes en las que la poesía sea una asignatura troncal que no se estudia ni se aprende; se cultiva, se compone y se cuenta, se canta, se escribe, y se llora o se ríe. Todo ello, mejor aún, paseando bajo las arboledas.